Conocer y medir el territorio, inventariar la riqueza

Por David Quiles Albero (IULCE-UAM)

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El pasado 27 de abril de 2017 tuvo lugar en la Sala de Conferencias de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma de Madrid el Seminario “Conocer y medir el territorio, inventariar la riqueza: de los catastros textuales borbónicos a los planimétricos (XVIII-XX)”.

Este, fue organizado por la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma de Madrid, su Vicerrectorado de extensión Universitaria y el Instituto Universitario “La Corte en Europa”. Asimismo, se inscribe en el marco de las actividades del proyecto de excelencia del MINECO: “Cartografía y catastro de los Sitios Reales españoles y sus entornos (siglos XVI-XIX): tradición e innovación” (CSO2016-68441-C2-1-P) y del proyecto “La herencia de los reales sitios. Madrid, de corte a capital (Historia, Patrimonio y Turismo)” (H2015/HUM3415) de la Convocatoria de Programas de I+D en Ciencias Sociales y Humanidades de la Comunidad de Madrid.

Como bien explicó su directora, Concepción Camarero, en la sesión de apertura, el objetivo del Seminario no era otro que conocer qué es un catastro, cuál es su razón de ser y cómo se lleva a cabo. Todo ello a través de los principales ejemplos llevados a la práctica entre los siglos XVIII y XX. Del mismo modo, se destacó la idoneidad del momento elegido para su celebración, ya que en 2016 se cumplieron trescientos años del Catastro de Patiño, referente en la Europa del momento, y del nacimiento de Carlos III, quien impulsaría otro gran catastro en tierras napolitanas, el Onciario.

Madrid - Instituto Geografico nacional (1875)
Mapa Topográfico Nacional, Madrid (escala 1:50.000), 1875. Instituto Geográfico Nacional

Tras la presentación del Seminario, en la que participó el actual Director General del Catastro, don Fernando de Aragón Amunárriz, llegaba el momento de la primera ponencia, a cargo de Fernando Arroyo Ilera, profesor de la Universidad Autónoma de Madrid. Bajo el título “Conocer el territorio en el siglo XVI: Itinerarios, Vistas, Mapas y Relaciones, referentes para el siglo XVIII”, Arroyo Ilera trató de mostrar los precedentes de los catastros, que son un fenómeno propio siglo XVIII en adelante.

A partir del Renacimiento, los diferentes monarcas fueron tomando conciencia de la importancia de conocer el territorio. A raíz de ello, se entienden las Relaciones Topográficas de Felipe II (1575-1578) o las iconografías de las diferentes ciudades llevadas a cabo por el Greco, Hoefnagie o Wyngaerde. Todos ellos, son documentos que van más allá de una mera información fiscal. Son plasmaciones de una política consciente de la importancia de conocer la situación, límites, medios naturales, economía o demografía de las diferentes ciudades y territorios que constituían la Monarquía Hispánica.

En segundo lugar, intervino la directora del Seminario, Concepción Camarero Bullón, con una comunicación titulada “Los modelos catastrales españoles del siglo XVIII: más que catastros”. A lo largo de su exposición, defendió de la importancia de los catastros para la dinastía borbónica, que se encontró con las arcas vacías y deseaba imponer un nuevo modelo de estado más centralizado. Concretamente, la profesora Camarero se referirá a los tres grandes catastros hispanos de la centuria: el de Patiño (1716), Ensenada (1749) y la Planimetría General de Madrid (1749). Los dos primeros podemos definirlos como textuales, mientras que el ejemplo madrileño encajaría dentro de los denominados como catastros planimétricos. A nivel fiscal, el de Patiño sería el único que surgiría por la necesidad de introducir un nuevo impuesto en Cataluña, mientras que los dos restantes buscaban sustituir o reformar un impuesto anterior.

Seguidamente, intervino la profesora Alessandra Bulgarelli, de l’Università degli Studi di Napoli Federico II, quien habló sobre “Dietro le quinte di una reforma fiscale. Gli interessi, le motivazioni e le modalità di realizzazione del catastro di Carlo di Borbone nel Regno di Napoli (secolo XVIII)”. Este catastro, llevado a cabo por Carlos III, buscaba evaluar la riqueza de las familias napolitanas (fuegos) en cada municipio, no modificar el sistema impositivo vigente. Ciertamente, los catastros habían sido una forma de tasación prioritaria en Nápoles desde el siglo VIII. En consecuencia, la fuerza de la tradición permitía al monarca hispano justificar la realización de esta completa descripción de los recursos del reino, con vistas a una mejor equidad fiscal y luchar contra la evasión.

Tras el receso, intervino José Martínez Millán, profesor de la Universidad Autónoma de Madrid y destacado miembro del Instituto Universitario “La corte en Europa”. Su ponencia, titulada “Espacios singulares a catastrar y administrar: los Sitios Reales entre Fernando VI y Carlos III”, refleja la transversalidad del Seminario y del grupo de investigación en que este se engloba. Dicha comunicación, abordó las transformaciones de la corte durante la segunda mitad del siglo XVIII, centrándose especialmente en las transformaciones de la Junta de Obras y Bosques hasta su desaparición en 1767. Además, tal y como defendió el profesor Martínez Millán, esta reformulación de la corte es un signo inequívoco del agotamiento y descomposición del sistema cortesano. No se podía seguir con el gasto incontrolado que había caracterizado la gestión de las Casas Reales desde tiempos de los Austrias, llegándose al punto de tener que vender algunos de los Sitios Reales para hacer frente a la bancarrota.

La siguiente en intervenir fue la profesora Renata de Lorenzo, también procedente de l’Università degli Studi di Napoli Federico II. Bajo el título “Il catastro murattiano nel Regno di Napoli: misurazione del suolo e representazione della richezza”, de Lorenzo trata de mostrar la importancia topográfica y social de este catastro napolitano. Con él, se pretendía abolir las tasas previas existentes, dejando un único impuesto inmueble vigente que tuviese en cuenta la carga proporcional a los ingresos netos activos. En consecuencia, el catastro murattiano responde al criterio de tasación por categoría económica, y no por clase social.

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El Greco, Vista de Toledo, 1597-1607, Metropolitan Museum of Art

Tras el descanso, llegó el turno del profesor Miguel Ángel Bringas Gutiérrez, de la Universidad de Cantabria, con una presentación sobre “El último catastro del Antiguo Régimen: el apeo de Martín de Garay, 1818-1820”. Tras su llegada al Ministerio de Hacienda, Martín de Garay trató de poner en orden el erario público eliminado los impuestos provinciales y manteniendo únicamente una contribución general sobre el consumo en la España urbana y otro impuesto sobre la producción en la España rural. Para llevar a cabo esta reforma, vio necesaria una “Estadística general del reino”, labor que se llevó a cabo entre 1818 y 1820. Esta llegaría a cubrir entre el 95 y el 97% de la superficie total española, y estaría compuesta por un cuaderno general de cada pueblo, que se determinaría anualmente, y un apeo o valuación general del capital y productos específicos de todas las tierras, edificios y propiedades de cada pueblo, que se debía realizar cada diez años.

A continuación, intervino Ángela Ruiz Ramírez, del Instituto Geográfico Nacional, con una ponencia titulada “Hacia un catastro planimétrico nacional. De la comisión de Estadística del Reino al Instituto Geográfico Nacional 1859-1870”. El objetivo de esta ponencia era mostrar como a partir de mediados del siglo XIX surgen diferentes comisiones con el objetivo de realizar censos de población, catastros y mapas de España. Así las cosas, las dos primeras instituciones que surgieron con tal fin, la Comisión de Estadística General del Reino (1856-1859) y la Junta General de Estadística (1861-1870), nunca llegaron a finalizar sus proyectos. Si lo hizo el Instituto Geográfico, surgido en 1870, que conseguiría crear un mapa topográfico nacional a escala 1:50.000 que se mantuvo actualizado entre 1875 y 1968.

Saliendo de los catastros de los siglos XVIII y XIX, llegamos a la comunicación del director adjunto del Catastro don Tomás Moreno Bueno. En ella, se trató “La ley de 1906 y el nacimiento del catastro contemporáneo en España”, que su ponente entiende como un fruto de los esfuerzos de todos los proyectos catastrales que se han tratado en este Seminario. Con esta ley, aprobada el 23 de marzo de 1906, se iniciaba el Catastro Topográfico Parcelario, cuyos dos principios fundamentales serían su soporte gráfico y la parcela como unidad básica.

Finalmente, cerró el Seminario con una ponencia totalmente distinta Laura García Juan, quien analizó el papel de las “Fuentes geohistóricas y nuevas tecnologías: herramientas para estudiar el paisaje y las gentes”. Tras la gran cantidad de proyectos catastrales analizados, García Juan defiende el uso de una metodología común para acercarse a ellos, unos estándares que favorezcan la interoperabilidad a través de la creación de comunidades digitales. Solo así se solucionará la problemática inherente a una documentación tan voluminosa.