Hispanismo e Hispanismos: historia, literatura, arte y pensamiento.

Por Alberto Pérez Camarma (IULCE-UAM)

 

Los días 8, 9 y 10 de mayo de 2018, el Instituto Universitario La Corte en Europa de la Universidad Autónoma de Madrid, junto al Departamento de Antropología Social y Pensamiento Filosófico Español de esta misma universidad, acogió un seminario internacional bajo el título Hispanismo e Hispanismos: historia, literatura, arte y pensamiento. El objetivo de este encuentro -dirigido por los profesores José Luís Mora, José Martínez Millán y Manuel Rivero Rodríguez– fue establecer un foro de exposición, reflexión y debate sobre el fenómeno del Hispanismo. La idea central que recorrió todo el seminario fue la no conveniencia de hablar de Hispanismo en singular y la necesidad de someter este concepto a una profunda revisión historiográfica, dado que retrotrae a una imagen estereotipada y no verídica de España.

Ricardo García Cárcel, encargado de inaugurar el turno de intervenciones, comenzó con la definición de Hispanismo. A su juicio, existen dos maneras de ser entendido. Por un lado, la hispanomanía, que estudia los elementos frívolos y morbosos de la cultura española. Por otro, la hispanología, centrada en el análisis objetivo de España y de su cultura. El Hispanismo ha fomentado, en cierta medida, el estudio de los elementos exóticos y los estereotipos de la cultura española, así como de la Leyenda Negra. Para este último caso, se menciona la prisión y muerte del príncipe Carlos, hijo de Felipe II. Desde este punto de vista, se ha estudiado asimismo el reinado de este monarca, considerado una persona oscura e intransigente a nivel religioso.

Francesco Benigno analizó la imagen que se ha tenido sobre la Italia meridional. Se considera que la mafia ha constituido un modo de vida que fue introducido por los españoles. Asimismo, el excesivo papel de la religión católica impidió el desarrollo de estas regiones italianas. Se trata de una idea que ha estado presente, no sólo en el imaginario popular, sino también en la historiografía. Así, la historiografía italiana ha incidido en que la presencia española es la causante del atraso del sur de Italia.

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Inauguración del seminario (de izquierda a derecha: José Martínez Millán, José Luís Mora, Patricia Martínez y Manuel Rivero Rodríguez).

La tesis de Antonio Niño Rodríguez consiste en que el Hispanismo nació en Francia con una finalidad social e institucional. Los hispanistas franceses no se consideraron aficionados a España, sino científicos, es decir, no les atrajo sólo los elementos exóticos de la cultura española. Por otro lado, las primeras cátedras de español se fundaron en las ciudades del sur -Burdeos, Toulouse o Montpellier- debido a su proximidad con España y por motivos comerciales.

Stephen Roberts afirmó que, entre los hispanistas británicos, ha existido una visión negativa de España, considerado un país quijotesco y defensor de los valores tradicionales. El siglo XVII fue el momento en que Inglaterra y España comenzaron a diferenciarse. La Inglaterra del Seiscientos fue una nación rica y próspera a nivel económico. En cambio, España, un país sumido en una crisis económica y marcado por la paulatina pérdida de su hegemonía en Europa. No obstante, han destacado la fortaleza y capacidad de resistencia españolas. Es el caso de la mostrada a Napoleón Bonaparte en 1808 y que, para ellos, es una prueba evidente de su resistencia a la idea de progreso.

María José Rodríguez Salgado sostuvo que, entre los hispanistas actuales, existe un rechazo a ser conocidos con este apelativo. En 1997, el profesor John Elliott ya dejó claro que no era apropiado utilizar este término para denominar a aquellas personas que estudian la historia y la cultura de España. Siguiendo a aquél, Rodríguez Salgado aduce que el Hispanismo surgió como algo inferior y que, en la actualidad, ha perdido su razón de ser.

Para Miguel Conde Pazos, dos han sido las visiones que han existido sobre España en Polonia. Por una parte, la imagen de una potencia hegemónica durante la Edad Moderna, que basculó entre la admiración y el rechazo. De otra, la surgida en el siglo XIX que estableció un paralelismo entre ambos países. La literatura española gozó de un gran prestigio en Polonia durante la segunda mitad del siglo XVI, gracias al influjo del Concilio de Trento y la difusión de la literatura espiritual -introducida ésta por la Compañía de Jesús y los frailes descalzos-. El auge de las relaciones hispano-polacas vino a coincidir con los reinados de Segismundo III y Ladislao IV. Sin embargo, en los primeros años del siglo XVIII tuvo lugar un repliegue de la cultura española en este país, periodo en que dominó la cultura francesa.

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Olga Volosyuk se preguntó si existe un Hispanismo en Rusia. Ya desde la Edad Moderna había interés por España. El establecimiento de relaciones permanentes entre ambos países durante el siglo XVIII redobló este interés, periodo en que fueron publicadas las primeras traducciones de obras de la literatura española. Este interés pervivió en Rusia durante el siglo XIX. Pero fue a partir de los años treinta del pasado siglo cuando se produjo la eclosión de la cultura española en este país. Desde esos años, y hasta los cincuenta, el interés por España se redobló debido, entre otros factores, al nacimiento de la Rusia comunista y a su expansión por Europa. Este interés conoció un esplendor durante la Guerra Civil española cuando, en Rusia, se establecieron escuelas para los niños de la guerra. No cabe duda que el régimen comunista impulsó la enseñanza y el aprendizaje de la lengua castellana. En 1980, fue celebrado el primer coloquio hispano-ruso en el cual se abordaron temas como la sociedad y el estado durante la Edad Media y las relaciones hispano-rusas.

Marisol Benito se centró en el Hispanismo alemán, que se define como el estudio de la lengua y la literatura española. Hacia mediados de los años setenta del siglo XX, se produjeron en Alemania cambios sustanciales en la enseñanza de idiomas. El interés por la lengua española se incrementó en las décadas de los ochenta y noventa y se convirtió en la segunda lengua, después del inglés, en algunos länder.

Pedro Calafate planteó la existencia de un elemento común para España y Portugal -que conoce como alma ibérica-. Joaquim Pedro de Oliveira Martins, en su Historia de la civilización ibérica, defendió la existencia de una civilización común para ambos países, esto es, de un alma y un genio de carácter heroico. Los intelectuales portugueses de la segunda mitad del siglo XIX entendieron que el país estaba atravesando una etapa de decadencia. Esta circunstancia les condujo a buscar sus orígenes, que los encontraron en el catolicismo, el absolutismo y la conquista de territorios. En este sentido, se propusieron varias medidas. Antero de Quental apostó por una república federal frente a la Monarquía centralizada. Teófilo Braga, una federación ibérica de carácter etnológico sobre la base del lusitanismo. Fernando Pessoa, un iberismo de carácter espiritual. Por su parte, Antonio Sardinha criticó la idea de progreso porque acababa con la sustancia de los pueblos.

Últimos momentos del príncipe don Carlos, de Antonio Gisbert, 1858.

Pablo González Ulloa y Jorge Márquez apuntaron que el Hispanismo en México no se trató de una discusión académica puesto que España formó parte de la identidad mexicana. El Hispanismo se construyó en México a la vez que el imperio colonial español en América. En la obra de José Iturriaga se recoge las tres etapas de la aceptación del Hispanismo en este país americano. En un primer momento, lo español tuvo una carga negativa. Posteriormente, fue aceptado de manera silenciosa para pasar a serlo plenamente.

Teodosio Fernández señaló que la literatura hispanoamericana mantiene, desde sus orígenes, unas estrechas relaciones con la literatura europea -y, en particular, con la española-, basadas en la influencia de las distintas corrientes culturales y literarias. Estas influencias, junto con el sustrato precolombino y las peculiaridades existenciales americanas, han dado lugar a un discurso literario propio e individualizado.

Por último, Francisco José Martín estableció una comparación entre el Hispanismo de Marcel Bataillon y el de Américo Castro. Afirmó que la producción intelectual de Bataillon se trata de una ampliación de su obra matriz: El Erasmo y España. La Guerra Civil española interrumpió las hasta entonces similitudes entre ambos hispanistas. Castro se vio obligado a marchar al exilio. Su obra consiste en una deconstrucción de su producción intelectual para volver a construirla de nuevo, a diferencia de la obra de Bataillon consistente en una ampliación de los mismos temas. Otra diferencia radica en que el Hispanismo de Castro fue marginal y de carácter no oficial, al contrario que el de Bataillon.

El seminario fue clausurado con una mesa redonda a cargo de José Luís Mora, José Martínez Millán, Manuel Rivero Rodríguez, Jesusa Vega e Inés Fernández Ordóñez. En ella, se expusieron las conclusiones y sus miembros emitieron planteamientos acerca del Hispanismo desde los puntos de vista de la historia, la literatura, el arte y el pensamiento. Manuel Rivero abrió el turno de intervenciones afirmando que resulta necesario revisar el concepto de Hispanismo. Inés Fernández Ordoñez sostuvo que, en la literatura de finales del siglo XIX, existió un rechazo a lo europeo. El objetivo fue conformar el ser español. Castilla representaba la idea central para los intelectuales de la Generación del 98. Por su parte, Jesusa Vega expuso que la Historia del Arte es la disciplina humanística que menos ha sido asociada al Hispanismo. Volviendo a la disciplina de la historia, José Martínez Millán sostuvo que el Hispanismo obedeció a una exigencia del Estado Liberal, a la necesidad de crear y tener una historia propia. José Luís Mora cerró la mesa redonda afirmando que en España ha existido un pensamiento o filosofía y que, en las últimas décadas del siglo XX, se ha reconstruido este pensamiento. En este sentido, la editorial Fondo de Cultura Económica ha sido fundamental en este propósito de recuperar a los pensadores españoles.

Brevísima relación de la destrucción de las Indias, de fray Bartolomé de las Casas (1552).
Portada de la edición española de 1950 de Erasmo y España de Marcel Bataillon.