• madrid-venecia-candia
    Cuando uno se dispone a ahondar en la historia de la diplomacia veneciana, parece estar ante un ámbito de la Edad Moderna en el que apenas queda nada por decir. Sin embargo, al entrar en materia nos damos cuenta de que todavía son muchos los puntos a analizar y, sobre todo, actualizar, a tenor de algunas ideas preconcebidas que, como han demostrado investigaciones recientes, resultan cuestionables. Desde nuestro punto de vista, los postulados empleados a la hora de abordar la correspondencia de la Serenísima con las restantes cortes europeas durante el seiscientos en general, y la Monarquía Hispánica en particular, pecan de cierto anacronismo. En muchas ocasiones, estas tesis son una prolongación descontextualizada del marco europeo de los siglos XV y XVI, sin tener en cuenta las alteraciones que tuvieron lugar en el ámbito de las relaciones geopolíticas entre las potencias europeas. Especialmente, a partir de los tratados de paz de Westfalia de 1648. Hasta el fin de la República de San Marcos, esta dicotomía se debió a los intentos por camuflar su decadencia política y comercial, a través de la exaltación de su sistema político y de su acción exterior. Ahora bien, el Risorgimento no solo trajo consigo la unificación de Italia, pues también perpetuó, desde una perspectiva claramente nacionalista, la consideración del sistema gubernamental veneciano como el modelo ideal de gobierno entre todas las monarquías y repúblicas del Antiguo Régimen. Enlace al Texto Completo
  • ceremonial-bruselas-contraceremonial-bruselas-portada
    Los Países Bajos, tras su incorporación a la Monarquía Hispana, fueron regidos por gobernadores generales que establecieron sus propias Casas en Bruselas. Sin embargo, esta situación comenzó a cambiar a mediados del siglo XVII, cuando se empezó a hablar en los nombramientos de que los diversos criados ya no pertenecían directamente a la Casa de tal o cual gobernador, si no a la Maison Royale de Bruxelles. Esto suponía un notable cambio, pues podemos inferir que, desde éste momento, la Casa Real de Bruselas no pertenecía a los personas sino al territorio. La existencia de esta nueva Casa, por otro lado la única que se creó en Europa en todo el siglo XVII, requería de una justificación teórica. Hay que recordar igualmente, que durante el reinado de Felipe IV (1621-1665) se llevó a cabo en Madrid una codificación exhaustiva de las Etiquetas tocantes a la Casa Real, implicándose también el resto de Cortes de la Monarquía en el proceso, como fue el caso de Bruselas. Es en éste contexto donde debemos situar los manuscritos de Francisco Alonso Lozano que aquí presentamos. El autor, entre 1692 y 1712 redactó dos libros; en el primero, titulado Plan ou Estat de la maison royale dans ces estats de flandres, se detallaban las funciones de cada oficio de esa nueva Casa Real. Mientras, el segundo, Notice de toutes les emplois de la cour et de la chapelle royale de Bruxelles, indicaba el número de criados que había y los gajes y raciones que recibían. Sin duda, consideramos que la edición de estos manuscritos representa una fuente de primer orden para el conocimiento de la Corte de Bruselas durante el siglo XVII, comparable a lo que representan las Etiquetas Generales de Palacio que se realizaron en Madrid a mediados de dicho siglo. PDFÍndice

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