El Palacio Real de Cagliari: un Real Sitio en el centro del Mediterráneo (I)

Por Javier Revilla Canora (IULCE-UAM)

La Región Autónoma de Cerdeña, creada en 1948 tras la II Guerra Mundial, es una de las cinco que poseen este rango dentro de la República italiana. En la actualidad es conocida por ser destino turístico gracias a sus impresionantes playas y calas de arena blanca y aguas cristalinas. Destino vacacional favorito de familias adineradas, procedentes sobre todo de las regiones italianas de Lombardía, Piamonte y Liguria, detrás de la pléyade de embarcaciones de recreo que salpican sus costas, se esconde una isla llena de cultura, historia y tradiciones. Intelectuales sardos del siglo XVII como Francisco de Vico escribieron sobre la historia del reino que “aunque lucida y rica, ha padecido oscuridad”. En la serie sobre el Palacio Real de Cagliari y el reino de Cerdeña que introducimos con este trabajo, trataremos de ofrecer una visión general de la historia y las vicisitudes que atravesó Cerdeña a lo largo de la Edad Moderna. Además de dar a conocer su importancia, queremos subrayar su papel dentro del sistema de reinos que articularon la Monarquía hispana. Trataremos de poner en valor el Palacio Real de Cagliari como espacio cortesano en el que se representaba el poder real y del que participaban las elites del Reino de Cerdeña, siguiendo el mismo esquema de otras cortes como Madrid, Nápoles o México.

Creemos interesante presentar la incorporación de Cerdeña a la corona de Aragón y, posteriormente, a la Monarquía hispana. La historia del reino fue y sigue siendo a día de hoy algo desconocido tanto para el público general como para una gran mayoría de los historiadores modernistas, pues la historiografía clásica siempre ha tendido a considerar el rol político y económico de la isla como algo periférico dentro de la articulación territorial que conformaba la Monarquía hispana.

Cerdeña es la segunda isla más grande del Mediterráneo, de clima cálido, de orografía compleja que condiciona los cultivos, la ubicación de las ciudades y su forma de urbanización. Posee unas costas recortadas que albergan puertos naturales, bien protegidos de las inclemencias del tiempo. Es por este motivo por el que muchos pueblos de la Antigüedad llegaron a sus costas. Allí comerciaron con las poblaciones locales, se abastecieron de productos como el queso o las carnes, además de metales o madera. Esta buena situación de sus puertos provocó frecuentes ataques costeros realizados por piratas berberiscos durante la Edad Moderna. Para protegerse de estos peligros, la población se volcó hacia un interior agrícola y ganadero, a excepción de zonas de influencia catalana -Alghero- o genovesa -Carloforte-, que se caracterizaron por un notable aprovechamiento de los recursos marinos, generando una importante actividad comercial y portuaria durante los siglos bajomedievales y modernos. Cerdeña, por lo tanto, es una isla que ha forjado su personalidad a través de los pueblos que habían llegado a sus costas a lo largo de los siglos. Cada uno de ellos dejó una impronta que, aún hoy día, puede verse en sus calles, en sus edificios, en sus paisajes y en sus gentes.

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Juzgados medievales de Cerdeña

Acabamos de mencionar a catalanes y pisanos, por lo que cabría hacerse una pregunta: ¿cuál era el motivo de su presencia en la zona? Desde mediados del siglo IX al menos, la isla de Cerdeña se hallaba fragmentada en cuatro territorios llamados giudicati que, a modo de reinos, gobernaban áreas más o menos extensas. Así, encontramos los juzgados de Cagliari, Arborea, Logudoro y Gallura. Algunos de ellos estaban controlados, a partir del siglo XII, por las repúblicas marítimas de Génova y Pisa, las cuales mantenían importantes intereses políticos y comerciales en la isla. Respecto a los catalanes, fue Ramón Berenguer IV quien estableció relaciones con los jueces de Arborea, basadas originalmente en beneficios comerciales. La presencia de comerciantes catalanes en diversos emplazamientos del litoral sardo se remonta, por lo tanto, a los inicios del siglo XII. Paulatinamente, estos iniciales contactos dieron lugar a vínculos más estrechos con las elites locales, sobre todo a través de matrimonios mixtos. Gracias a esto, los lazos entre ambas orillas mediterráneas fueron las bases sobre las que se asentarían los asuntos políticos, sociales, culturales y jurídicos de los siglos posteriores. De esta forma, la antigua bipolaridad pisano-genovesa se vio quebrada. Además, en 1297, el papa Bonifacio VIII infeudó el reino de Cerdeña al monarca aragonés Jaime II, mediante la Bula Super reges et regna. Comenzó así un largo proceso de incorporación de la isla a la Corona de Aragón, que culminó tras la Batalla de Macomer, en 1478.

La llegada al trono aragonés de Fernando II el Católico en enero de 1479, supuso la plena incorporación sarda a la Corona, con un largo proceso de remodelación jurídica y política, que culminó en tiempos de Felipe II. Tras los años de crisis que caracterizaron el gobierno de su padre, Juan II, don Fernando retomó el proyecto mediterráneo que inició Alfonso V, sumando los recursos castellanos y una expansión hacia el África septentrional planeada desde los enclaves italianos. Así, los reinos de Cerdeña, Sicilia y Nápoles serán de crucial importancia para esta proyección mediterránea. La política llevada a cabo por el Católico, no hizo sino demostrar que el soberano, aunque absorbido por otras cuestiones, nunca perdió de vista la importancia del reino de Cerdeña.

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Expansión mediterránea de la Corona de Aragón

El sistema de gobierno de la Corona de Aragón se caracterizó por gobernar sus reinos a través de la figura del virrey, quien sustituía al monarca en su ausencia. Su figura suponía un elemento de afirmación y visibilidad del poder real que, en el reino sardo, iba encaminado a reafirmar la autoridad del monarca, aumentar el real patrimonio, recuperar señoríos y rentas de propiedad real que se habían perdido.

El reinado de Fernando II dejó una honda huella en el imaginario colectivo; tanto, que el poeta sardo José Delitala describió, a finales del XVII, al monarca aragonés en un soneto de la siguiente forma:

 

Tú sólo fuiste Rey, sólo tuviste

el arbitrio de Europa Gran Fernando,

dando timbres a España, y leyes dando,

y Marte, y Numa a un mismo tiempo fuiste.

Con prudencia, y con valor venciste

enemigos domésticos triunfando,

y desarmaste el uno, y otro bando,

que con poder de tus coronas viste.

Por ti la Fe se veneró exaltada

el pérfido agotado Indaismo,

y la Morisma, dígalo Granada.

Libraste a España sí de un barbarismo,

y tu celo divino con tu espada,

Católico te aclama hasta el Abismo

 

Tras la muerte Fernando el Católico en 1516, el reino de Cerdeña se hallaba bien estructurado, habiéndose sentado las bases de la organización institucional sarda para los próximos siglos. Así, la corte de Cagliari quedó perfectamente integrada en el sistema de cortes que articularon los diversos reinos gobernados por los Austria hispanos y el Palacio real, del que hablaremos en nuestro siguiente post, será el centro en torno al cual girarán la política, la sociedad y la cultura del reino de Cerdeña.

 

 

 

 

Bibliografía básica

 

  • Alessandra Pasolini y Rafaella Pilo (eds.), Cagliari and Valencia during the Barroque age. Essays on Art, History and Literature, Valencia, Albatros, 2016
  • Bruno Anatra y Giovanni Murgia, Sardegna, Spagna e Mediterraneo, Roma, Carocci, 2004
  • Francesco Manconi, Cerdeña. Un reino de la Corona de Aragón bajo los Austrias, Valencia, Publicaciones de la Universidad de Valencia, 2010
  • Jon Arrieta Alberdi, El Consejo Supremo de la Corona de Aragón (1494-1707), Zaragoza, Institución Fernando el Católico, 1994
  • Josefina Mateu Ibars, Los virreyes de Cerdeña. Fuentes para su estudio, Padova, CEDAM, 1964
  • Manuel Rivero Rodríguez, Felipe II y el gobierno de Italia, Madrid, Sociedad Estatal para la Conmemoración de los Centenarios de Felipe II y Carlos V, 1998
  • Manuel Rivero Rodríguez, La edad de oro de los virreyes, Madrid, Akal, 2011.
  • Pedro Cardim y Joan Lluís Palos (eds.), El mundo de los virreyes en las monarquías de España y Portugal, Madrid-Francfort, Iberoamericana-Vervuert, 2012
Jérôme Cock, dibujo. Jean y Luc de Dovar (Ioannes & Lucas a Duetecum), grabadores. Cristóbal Plantino, editor. – La Magnifique, et sumptueuse pompe funèbre faite aus obsèques, et funerailles du très grand, et très victorieus empereur Charles Cinquième, celebrées en la Ville de Bruxelles le XXIX. jour du mois de décembre M.D.LVIII par Philippes Roy Catholique d’Espaigne son fils, Anveres, Cristóbal Plantino, 1559, LÁM. 12.