Magia en el Real Sitio de El Escorial la noche de San Juan de 1590

Por Roberto Morales Estévez (IULCE-UAM)

En la anterior entrada habíamos constatado la fama de los bosques de El Escorial como lugar mágico y puerta del infierno desde, cuando menos, época medieval. Fruto de esta fama, muchos eran los numerosos actos mágicos que se desarrollaron en su entorno casi desde el momento de su construcción.

Especialmente indicada para estos actos era la noche de San Juan, como refleja Francisco Santos en La tarasca del parto en el mesón del infierno y días de fiesta por la noche, de 1671.

Disponte a la pintura de la noche de San Juan, fiesta tan célebre en todo el mundo, pues el Catalogo de Argel la pregona por santa. Bien merecido de aquel primo de Christo, santificado en el vientre de su madre, y Pregonero de las grandezas de Dios, y pues ya va anocheciendo este día veintitrés de junio, vispera de tan festivo alboroço, hora en que hemos de empezar a manifestar ( tu con tu pluma, y yo con el discurso desengañado) la máquina Real de tantas baratijas como se manejan esta noche, y la pintura de las simples, tan sin número que se creen acaso de lo que oyen, ven, ó imaginan andando vigilante es estas ocasiones el demonio, por perturbar almas, ó enredarlas entre los sutiles laços de su habilidad, que como perdió la gracia, procura que otros la pierdan, dando crédito a cosas que no lo merecen, pues solo Dios es el dueño de todo, a quien se debe honor, y gloria, y no a cosas superticiosas y hechiçeras. (f. 39v)

Como vemos, no todo el mundo tenía un pensamiento mágico y el sentido común siempre ha funcionado. En un legajo inquisitorial que conservamos en el Archivo Histórico Nacional, se recoge el acto mágico de un clérigo nigromante llamado Jaime Manobel envuelto en actos mágicos en los bosques de El Escorial. Ver a un siervo de dios mezclado en asuntos mágicos no debe extrañarnos. Fray Martín de Castañega ya nos avisaba que:

Por experiencia vemos cada dia que las mujeres pobres y clerigos necesitados e codiciosos, por oficio toman de ser conjuradores, hechizeros, nigromanticos y adiuinos por se mantener e tener de comer abundosamente; y tiene con esto las casas llenas de concurso de gente. (p. 13. f. 7 v.)

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Monasterio de El Escorial

Manobel era aficionado al juego de naipes e iba dando sablazos allá donde le dejaban como buen pícaro que era. De hecho uno de los de los motivos que le llevaron a los campos de El Escorial fue recoger grano de helecho, con el que se suponía se podía ganar a los naipes como podemos leer en el legajo.

Item dice que preguntando a ciertas personas si sabía algún remedio para ganar al juego y diciéndole que si que el grano del helecho el cual se había de coger la noche de San Juan y que por esto procuró coger el dicho grano del helecho.

Sus andanzas le llevaron a dar con sus huesos en la madrileña calle Carretas y posteriormente a la calle de la Hoz, donde comienza a ofrecer sus servicios como supuesto sanador. Allí conocerá a Francisco Leal, vecino de la calle Mesón de Paredes, que sufría de impotencia. En el XVI esta disfunción se creía era un efecto de las brujas y su magia amorosa que te «ligaban». Por tanto, era necesario conseguir ayuda mágica para contrarrestar la ligadura. El lugar indicado sería la noche de la víspera de San Juan en el campo de El Escorial. Muy posiblemente porque nuestro clérigo creyera por las historias que se contaban, que el superior de las brujas, el demonio, andaba por la zona. Y el clérigo le esperó con auténtico miedo

Item hizo un círculo del tamaño de una rueda de carreta dentro del cual cubría el dicho lienzo y al cabo del dicho lienzo hizo cruces que estaban en cruces una en frente de otra y dice que estuvo aguardando a ver si había algún ruido de demonios y que el agua bendita llevaba para si había algo, echarla y librarse de lo que sucediese y en esto estuvo desde las diez u once horas de la noche hasta la una.

Vista del Monasterio de El Escorial, por Michel-Ange Houasse (1723)

Pero no olvidemos que además vino por su cliente ligado, al que intentó curar en un ritual típico de la llamada magia simpática o de contagio, que presupone que las cualidades de un objeto pasarán a otro, lo que explicaría la presencia del caballo o del árbol para curar la impotencia por motivos obvios. Todo ello mezclado con elementos propios de la liturgia cristiana, pues el prestigio del clérigo nigromante ante sus clientes venía dado por esa doble condición de sacerdote y mago.

…hizo a la dicha persona que decía estar ligada y hechizada tenderse en el suelo dentro del dicho círculo boca arriba y luego le puso unos pegotes de cera pez en los pies juntos, una pelotilla y en cada mano otra y en la boca otra y el dicho mosen Jaime ciertas palabras que no se entendían y decía eran evangelios y dijo al paciente que rezase tres credos y cuando estaba tendido le echaba agua bendita. y que luego le hizo levantar a la dicha persona y que subiese tres veces en el caballo que llevaron para el dicho efecto (…) y luego le hizo subirse en un árbol tres veces y no hacía más sino subir y bajar del dicho árbol.

 

Cuando visiten el Escorial no olviden mirar a sus bosques, pues como ven también tienen su propia historia.

 

 

Fuentes primarias:

  • Legajo inquisitorial: ES. 28079. AHN/1.1 46.6//  Inquisición, 90, EXP. 6.
  • De Castañega, Fray Martín, Tratado de las supersticiones y hechizerias y de la possibilidad y remedio dellas (1529), Juan Robert Muro Abad (ed), Logroño, Instituto de Estudios Riojanos, 1994.

Fuentes secundarias:

  • Morales Estévez, Roberto (2014) «Los grimorios y recetarios mágicos», Señales, portentos y demonios. La magia en la literatura y la cultura españolas del Renacimiento,ALBERTO MONTANER  Y EVA LARA (Eds.), SEMYR, Salamanca. pp. 537-578.